18 septiembre 2010

Náufragos y refugiados

Otro año más llegó la gota fría, esa época de tormentas nacida del brusco encuentro entre el aire frío del Norte y el cálido remanente del verano mediterráneo. Y aunque estas lluvias pueden ser catastróficas, lo cierto es que cada otoño cargan estas tierras de futuro para numerosas especies. En nuestro ecosistema, ahora mismo, mientras las gotas impactan contra el suelo reseco, se despierta de su letargo estival lo que yo llamo la fauna de las tempestades: el milpiés Ommatoiulus, las cochinillas de la humedad Porcellio, y los colémbolos, Dilta, los arqueognatos, los verdes sapos corredores y los pardos sapos comunes (dibujo), entre otros. Animales que son como náufragos pero al revés, porque logran sobrevivir al verano en refugios húmedos, eludiendo la sequía, o para ellos la muerte, siempre entre las rocas, en la hojarasca umbría, a veces verdaderamente enterrados en vida para poder mantenerse con ella.

Y cuando contemplamos cómo estos animales encajan en el árbol de la vida de la evolución, un hecho insólito se nos revela: que entre la fauna de las tempestades hay muchos de los linajes más primitivos de animales terrestres. Así, colémbolos, Dilta y arqueognatos se cuentan entre lo que llamaríamos los insectos más antiguos del planeta, los más cercanos a los crustáceos de agua dulce de los que descendió la estirpe de los insectos. También los miriápodos resultan antiquísimos, y los sapos nos recuerdan que fueron los anfibios los primeros vertebrados en salir del agua. ¿Por qué estos pioneros de la tierra firme dependen de la humedad para vivir? Simplemente porque la evolución sucede por pasos graduales: los primeros animales terrestres descendían de animales acuáticos, por lo cual se parecían a ellos y todavía necesitaban permanecer cerca del agua. Recién emancipados del líquido elemento, incapaces de sobrevivir en plena aridez, requerían mucha humedad para vivir. Más tarde, sus descendientes, erguidos a hombros de estos gigantes colonizadores, desarrollaron adaptaciones que ya sí les permitieron tolerar un entorno seco, y así se rompió el estrecho lazo con la humedad; eran los reptiles y la mayoría de los insectos. Y aún hoy, millones de años después, la fauna de las tempestades en nuestro pequeño y seco monte mediterráneo es como el recuerdo lejano de aquella época remota en que la biosfera producía los primeros animales terrestres. Porque, como nuestra propia memoria, como las ciudades o la sociedad, los ecosistemas están hechos de piezas de distintas edades, especies que son el testimonio viviente del largo y azaroso camino de la evolución en este planeta.

11 comentarios:

Jesús Dorda dijo...

Muy curioso como estos colonizadores del nuevo mundo terrestre se mantienen en microhábitats, casi desapercibidos, esperando el momento en que vuelva la humedad para desarrollar su cliclo biológico.

El Naturalista dijo...

Sí, le hace a uno pensar en la caricatura de evolución que mucha gente tiene en mente: los más evolucionados acaban con los más primitivos. Y mira por donde tenemos aquí todavía a muchos de los animales terrestres menos evolucionados. Lo cual prueba el error general de limitarse a leer la evolución en términos de sustituciones. Los pioneros de la tierra firme ocuparon unos nichos vacantes, y ahí siguen en ellos... Un saludo naturalista.

Gonzalez dijo...

Buena lección de evolución, Naturalista. Tan claramente explicado como siempre ¡Cuánta historia disponible para descubrir en lugares tan próximos!

El Naturalista dijo...

¡Hola, González! Quizá las historias estén en nosotros, en cómo pensamos sobre lo que vemos; lo grande es que en la naturaleza las cosas parecen haber sucedido de acuerdo con esas historias. Un saludo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Interesante visión de estos seres. Me recuerdan a nuestro origen cultural, ligado a los campos abiertos, y cómo muchos de nosotros sobrevivimos hoy en un medio urbano...necesitando zambullirnos periódicamente en aquel añorado campo ancestral.
Saludos, Naturalista.

El Naturalista dijo...

En efecto, quizás no solamente en los ecosistemas hay recuerdos vivos de antiguos nichos, sino también en nuestra mentalidad. Es lógico que la evolución nos haya dotado de un buen gusto innato por el ambiente natural que mejor nos conviene como especie, y que desde luego no es la gran ciudad. Saludos naturalistas.

Raúl M. Olmos dijo...

Me apunto de nuevo a seguir tus interesantes historias naturalistas!!
Felicidades por ese años de blog, aunque sea con retraso!!
Saludos Naturalista

Emilio Martín Estudillo dijo...

Naturalista, te he dejado un regalillo en el blog
http://elnaturalistadiscreto.blogspot.com/2010/07/blog-de-oro.html,
un saludo

El Naturalista dijo...

¡Gracias, Ramuol! ¡Bienvenido de nuevo por este monte!

El Naturalista dijo...

Bueno, Viajes.net, yo creo que lo importante es poder conocer buenos blogs de los que se presentan al concurso. Saludos naturalistas, y mucha suerte.

El Naturalista dijo...

¡Vaya! Primera noticia de que existía esto del "Blog de oro". Me alegro de haber descubierto tu blog gracias a esa iniciativa. Muchas gracias por tu "nominación", y un saludo naturalista, discreto, por supuesto.