Finalmente los primeros fríos propios del invierno han llegado, y con ellos concluye la temporada favorable a los insectos en nuestro monte mediterráneo. A partir de ahora, encontrar invertebrados al descubierto, expuestos a la escarcha, pasa a ser una rareza. Su mundo, durante estos meses oscuros y gélidos, se torna si cabe más oculto aún, más discreto, y, a menudo, más bien subterráneo. Aun así, en estos días basta con levantar algunas rocas para ser testigo de las vidas de decenas de especies.
Bajo las grandes piedras, a ras de suelo, a menudo aparecen como marañas aplastadas de membranas de seda. Las que se extienden como lonas suelen ser refugios hechos por arañas, casi siempre Tegenaria o Micrommata, pero otras construcciones sedosas parecen verdaderos laberintos hechos de pequeños tubos unidos como pasillos que se ramifican. Esas son las guaridas de los tejedores, unos extraños insectos emparentados con las termitas y, como ellas, más bien de distribución tropical. Un origen tropical explicaría por qué en Europa sólo hay tejedores en la parte Sur; estamos, por tanto, ante otra peculiaridad faunística de nuestra Región Mediterránea.
Los tejedores producen seda en unos abultamientos de sus patas anteriores, y con el hilo tejen sus túneles bajo tierra, alrededor de los restos vegetales de los que se alimentan. En verano, la sequía hace que se refugien en los túneles más profundos, pero al humedecerse la superficie del suelo vuelven a subir y entonces uno puede encontrarlos a veces. Lo cual no es nada fácil, ya que se les da muy bien huir marcha atrás por sus corredores de seda. Sólo los machos pueden tener alas, y se cree que las hembras de muchas especies son capaces de reproducirse sin necesidad de machos, por partenogénesis - que significa algo así como "nacer de una virgen", y consiste en reproducirse a partir de óvulos sin fecundar. Esta estrategia reproductiva constituye una buena solución cuando la manera de vivir de una especie hace que el encuentro entre los dos sexos sea muy difícil, como en estos animales que podríamos llamar subterráneos.
Los tejedores, además, ejemplifican los problemas con los que se enfrenta un naturalista amateur al tratar de identificar insectos. Según la guía Chinery, la especie de tejedor que he hallado en el paraje sería Haploembia solieri (ojo, por tener... dos tubérculos en la cara inferior del primer segmento del tarso posterior). Sin embargo, esa guía sólo cubre de modo muy general el ámbito europeo, y en concreto resulta que en la Península Ibérica hay tres géneros de tejedores: Embia, Haploembia y Cleomia. Desconozco cómo distinguir al último o cómo son las otras especies de Haploembia, así que, por el momento, dejémoslo sencillamente en que hay tejedores... Lo cual no es decir poco, porque en todo el mundo se conocen apenas 300 especies.
Bajo las grandes piedras, a ras de suelo, a menudo aparecen como marañas aplastadas de membranas de seda. Las que se extienden como lonas suelen ser refugios hechos por arañas, casi siempre Tegenaria o Micrommata, pero otras construcciones sedosas parecen verdaderos laberintos hechos de pequeños tubos unidos como pasillos que se ramifican. Esas son las guaridas de los tejedores, unos extraños insectos emparentados con las termitas y, como ellas, más bien de distribución tropical. Un origen tropical explicaría por qué en Europa sólo hay tejedores en la parte Sur; estamos, por tanto, ante otra peculiaridad faunística de nuestra Región Mediterránea.
Los tejedores producen seda en unos abultamientos de sus patas anteriores, y con el hilo tejen sus túneles bajo tierra, alrededor de los restos vegetales de los que se alimentan. En verano, la sequía hace que se refugien en los túneles más profundos, pero al humedecerse la superficie del suelo vuelven a subir y entonces uno puede encontrarlos a veces. Lo cual no es nada fácil, ya que se les da muy bien huir marcha atrás por sus corredores de seda. Sólo los machos pueden tener alas, y se cree que las hembras de muchas especies son capaces de reproducirse sin necesidad de machos, por partenogénesis - que significa algo así como "nacer de una virgen", y consiste en reproducirse a partir de óvulos sin fecundar. Esta estrategia reproductiva constituye una buena solución cuando la manera de vivir de una especie hace que el encuentro entre los dos sexos sea muy difícil, como en estos animales que podríamos llamar subterráneos.
Los tejedores, además, ejemplifican los problemas con los que se enfrenta un naturalista amateur al tratar de identificar insectos. Según la guía Chinery, la especie de tejedor que he hallado en el paraje sería Haploembia solieri (ojo, por tener... dos tubérculos en la cara inferior del primer segmento del tarso posterior). Sin embargo, esa guía sólo cubre de modo muy general el ámbito europeo, y en concreto resulta que en la Península Ibérica hay tres géneros de tejedores: Embia, Haploembia y Cleomia. Desconozco cómo distinguir al último o cómo son las otras especies de Haploembia, así que, por el momento, dejémoslo sencillamente en que hay tejedores... Lo cual no es decir poco, porque en todo el mundo se conocen apenas 300 especies.
7 comentarios:
El primer tejedor que vi lo encontré en un tronco del Brasil, en casa de mi madre, bajo una zona de corteza levantada. Creía que había descubierto un bicho rarísimo.
Y raro es, pero no un gran descubrimiento. Je je.
Los "bichos" de aspecto y origen primitivos tienen algo de fascinantes.
Quién sabe, Jesús, si alguno de esos tejedores no será ese gran descubrimiento... Sean o no de aire "primitivo", lo cierto es que yo diría que los tejedores están más evolucionados (en el sentido real del término, oséase, más cambiados respecto al ancestro común de los insectos) que la mayoría de sus parientes.
He quedado atrapado, cautivado, en los tubos sedosos de este tejedor. Un insecto que puede que en alguna ocasión haya visto...sin tener consciencia de ello. Así es esta inmensa, cercana y extraña, fauna invertebrada que nos debe contemplar como a unos jóvenes advenedizos.
Gracias, Naturalista, una vez más por acomodarnos en primera fila para asistir a ese mundo insospechado. Saludos.
Y tan inmensa, Fcº Javier. En cuanto miramos con detalle a nuestro alrededor, se comprueba con facilidad que la mayor parte de las especies son insectos. Sólo con los insectos ya tiene cualquier naturalista para varias vidas... Con decir que, de las casi 800 especies de la parcela, unas 350 son insectos (y seguro que muchas más, pero tan pequeñas o similares entre sí se me han pasado por alto). Pienso que una de las cosas a la vez más necesarias y más difíciles para un naturalista es manejarse entre toda esa biodiversidad... Saludos, bienvenido de nuevo a este monte.
Enhorabuena por tener el don de ver paisano. Perdona mi osadía pero: ¿Tienes algo publicado?. Saludos.
Anzaga, eso del don... igual es más cuestión de curiosidad unida a incomodidad frente a la ignorancia sobre la naturaleza. A tu "osadía" respondo que sólo tengo algunos artículos científicos publicados, uno de ellos trata sobre la presencia y actividad en las 25 ha de una mantis extremadamente rara, exclusiva del Sur de España; en breve lo postearé y podréis bajarlo en pdf. También tengo en proyecto un libro sobre la biodiversidad de este monte tan normal y a la vez tan sorprendente. En un año o dos, espero, y con ilustraciones del estilo que ya conocéis. Saludos, naturalista.
Encontré una telaraña en la despensa y bichos de estos entre los granos. Cómo combatirlos?
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