Este año el verano fue prematuro. Ya a mediados de mayo el pasto comenzó a secarse, lo que significa casi un mes más de sequía. Por eso ahora nuestro monte está más desierto que nunca: apenas hay saltamontes, apenas se oye nada, salvo, de vez en cuando, un débil carraspeo procedente de las marañas de encina. Un poco de paciencia y unos prismáticos nos revelarán que son currucas, pájaros de apenas 10 gramos de peso, ágiles y veloces desplazándose dentro de las encinas de rama en rama. Esta acuarela muestra un macho de curruca rabilarga (Sylvia undata), una de las más comunes del ecosistema, si bien su población cambia mucho de un año a otro. Con el fresco del atardecer, las currucas revisan las ramas en busca de los insectos que en verano se refugian a centenares bajo la sombra de cada encina, huyendo del calor del Sol bajo el que sólo los saltamontes y algunos otros no sucumben. Así que no es extraño que estos pájaros aguanten aquí incluso en lo peor del verano: viven en oasis de sombra repletos de presas.
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4 comentarios:
Qué difícil es hacerles una foto medioregular a las nerviosas currucas...
No quiero perder la oportunidad de felicitarte por este estupendo blog. Felices paseos manchegos.
¡Gracias hombre, por los primeros comentarios! Las currucas son muy nerviosas, sí, de ahí el dibujo en lugar de una foto. Veréis que pondré muchos dibujos, que, como este, no pasan de apuntes pero que bastan para identificar la especie mejor que algunas fotografías que, como dices, en ciertos casos resultan muy difíciles de lograr si quiera medio bien. Saludos naturalistas.
Me encanta ser de los primeros en felicitarte y animarte en esto de la comunidad blogera. Muy bonito el dibujo, un excelente complemento y muy de "cuaderno de campo".
La descripción del comportamiento de las currucas es muy agradable, como no lo debe ser tener que observarlas bajo el tórrido sol. No sé que me pasa, pero con estos pájaros no tengo especial suerte.
Muchas gracias por la acogida, Jesús. Sobre las currucas, bueno, está claro que en estos meses hay que elegir bien las horas a las que salir de campo, pero a pasar calor se acostumbra uno cuando encuentra cosas interesantes. Lo peor, como ya comentaré, es seguir a las avispas esfécidas, que concentran su actividad en las horas a las que el suelo se pone a más de 60º C...
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