Una imagen como ésta es tan difícil de contemplar como fácil de ver resulta su protagonista rapaz, el aguilucho pálido (Circus cyaneus), en sus largos planeos sobre los campos abiertos durante el invierno, ya sea en La Mancha o en cualquier otra zona despejada a lo largo de casi toda la región Paleártica (Eurasia y Norteamérica). Cada año sobrevuelan nuestro ecosistema algunos aguiluchos pálidos, menos que sus parientes estivales, los aguiluchos cenizos (Circus pygargus), que prácticamente son idénticos excepto por su tamaño algo mayor y por migrar cada año desde el África subsahariana. Por lo demás, ambas especies de aguiluchos cazan planeando bajo sobre los campos, y ambas capturan más o menos lo mismo: pequeños vertebrados (sobre todo pajarillos, roedores, algún gazapo...) y a menudo insectos grandes.
Por tanto, a efectos prácticos, uno y otro aguilucho desempeñan el mismo papel en el ecosistema, el mismo nicho ecológico. Y esto va en contra de lo que se nos enseña generalmente a los biólogos: que cada especie tiene un nicho ecológico distinto, separado del de otras especies de su comunidad. Pero muchos os habréis ya percatado de que en realidad ambos aguiluchos sí que ocupan nichos distintos, separados en el tiempo por la estación del año. De este modo, viven en el mismo sitio pero nunca coinciden lo suficiente como para competir en serio uno con otro por el alimento, lo cual llevaría a la extinción de la especie menos capaz, según cree la mayoría de los naturalistas. Con esto, la norma "una especie - un nicho" queda salvada.
Pero quitémonos los prismáticos y miremos alrededor del aguilucho pálido. En esos mismos campos abiertos podemos encontrar ratoneros y milanos reales, rapaces que solamente visitan el paraje en invierno, con dietas prácticamente idénticas a las del aguilucho pálido. ¿Diremos que ocupan nichos distintos? Si es así, ¿dónde está la diferencia que los separa? Tanto el aguilucho pálido como el ratonero y el milano se dedican a capturar lo que buenamente pueden para sobrevivir al invierno, ¿podemos pensar que se van a permitir el lujo de seleccionar a su presa para evitar competir entre sí? Como no puedo convencerme de que no compitan por sus presas (lo que come uno ya no lo comerá otro), tengo que considerar que las tres rapaces están ocupando un mismo nicho en el ecosistema. Es decir, cuando llega el invierno, cuando escasean las presas, los temporales impiden cazar y en los días de sol apenas hay horas de luz para conseguir alimento, en esos meses durísimos para la vida, en nuestro monte no hay una sola especie de rapaz planeadora, como en verano, sino... ¡nada menos que tres! Tres especies en el mismo nicho.
Por desgracia, la definición de nicho es tan capciosa que habrá quien piense que no llevo razón, que estas tres rapaces ocuparán tres nichos distintos, separados por alguna peculiaridad completamente insignificante que distinga sus dietas en el paraje. Da lo mismo: si compiten, la teoría clásica dice que debería quedar una sola especie. Y es difícil negar que compitan por el escaso alimento en las condiciones que he descrito antes. Por todo esto, y por más cosas que ya he comentado por aquí, considero que la imagen típica de las comunidades ecológicas, esa idea de que cada especie tiene forzosamente un nicho distinto, es una caricatura de la realidad que más que ayudar nos confunde a la hora de comprender la naturaleza.
Por tanto, a efectos prácticos, uno y otro aguilucho desempeñan el mismo papel en el ecosistema, el mismo nicho ecológico. Y esto va en contra de lo que se nos enseña generalmente a los biólogos: que cada especie tiene un nicho ecológico distinto, separado del de otras especies de su comunidad. Pero muchos os habréis ya percatado de que en realidad ambos aguiluchos sí que ocupan nichos distintos, separados en el tiempo por la estación del año. De este modo, viven en el mismo sitio pero nunca coinciden lo suficiente como para competir en serio uno con otro por el alimento, lo cual llevaría a la extinción de la especie menos capaz, según cree la mayoría de los naturalistas. Con esto, la norma "una especie - un nicho" queda salvada.
Pero quitémonos los prismáticos y miremos alrededor del aguilucho pálido. En esos mismos campos abiertos podemos encontrar ratoneros y milanos reales, rapaces que solamente visitan el paraje en invierno, con dietas prácticamente idénticas a las del aguilucho pálido. ¿Diremos que ocupan nichos distintos? Si es así, ¿dónde está la diferencia que los separa? Tanto el aguilucho pálido como el ratonero y el milano se dedican a capturar lo que buenamente pueden para sobrevivir al invierno, ¿podemos pensar que se van a permitir el lujo de seleccionar a su presa para evitar competir entre sí? Como no puedo convencerme de que no compitan por sus presas (lo que come uno ya no lo comerá otro), tengo que considerar que las tres rapaces están ocupando un mismo nicho en el ecosistema. Es decir, cuando llega el invierno, cuando escasean las presas, los temporales impiden cazar y en los días de sol apenas hay horas de luz para conseguir alimento, en esos meses durísimos para la vida, en nuestro monte no hay una sola especie de rapaz planeadora, como en verano, sino... ¡nada menos que tres! Tres especies en el mismo nicho.
Por desgracia, la definición de nicho es tan capciosa que habrá quien piense que no llevo razón, que estas tres rapaces ocuparán tres nichos distintos, separados por alguna peculiaridad completamente insignificante que distinga sus dietas en el paraje. Da lo mismo: si compiten, la teoría clásica dice que debería quedar una sola especie. Y es difícil negar que compitan por el escaso alimento en las condiciones que he descrito antes. Por todo esto, y por más cosas que ya he comentado por aquí, considero que la imagen típica de las comunidades ecológicas, esa idea de que cada especie tiene forzosamente un nicho distinto, es una caricatura de la realidad que más que ayudar nos confunde a la hora de comprender la naturaleza.
8 comentarios:
Tal vez el concepto de nicho resulta en ocasiones tan escurridizo como el de especie.
En este caso, quizá existe un único nicho y lo que podría considerarse competencia no es más que oportunidad: cada especie aprovecha la ocasión de depredar lo que se le presenta, sin más. Claro que, para ello, el hábitat y el espectro alimentario han de ser suficientemente extensos de modo que cada oportunidad de depredar sólo se le presente a un individuo/especie. Es decir: que ni coincidan ni compitan en la prospección de presas.
Bueno, es una hipótesis.
Aprovecho la oportunidad para felicitarte por tu blog...y por un año nuevo que te deseo muy natural.
El nicho implica muchos más aspectos además de la alimentación, pero es verdad que la cuestión de la competencia entre especies es muy controvertida.
Saludos
Fcº Javier, yo creo que el problema con el concepto de nicho es que uno puede distinguir tantos nichos como quiera, en base a diferencias cada vez más sutiles, y entonces es tautológico que cada especie tendrá un nicho distinto. Pero la teoría clásica, la buena, la de MacArthur, Hutchinson y todos esos, no dice esto, sino que la segregación por nichos ha de ser el resultado del desplazamiento de caracteres por competencia interespecífica y que por eso hay cierta similitud límite en los nichos por debajo de la cual dos especies no pueden coexistir. Y lo que conozco es que esa similitud límite es tan escurridiza que hace falta tener fe en ella para verla... ¿Por qué seguir aceptando que existe?
Tu hipótesis permitiría salvar la idea de una especie por nicho en este caso, pero ya digo que me cuesta imaginar cómo hacen para no coincidir ni competir en la prospección de presas. Y más cuando milanos, ratoneros y aguiluchos recorren asiduamente los mismos campos día tras otro, y supongo que son los mismos ejemplares... En fin, lo que quiero hacer ver con el post es que todo este asunto desde luego no es tan claro como solemos creer los naturalistas.
Un saludo, ¡y muchas felicidades a ti también!
Efectivamente, Jesús, el nicho tiene muchas más dimensiones aparte de la dieta. Schoener encontró que las diferencias principales en el reparto de recursos entre especies similares suelen darse sobre todo en el hábitat, la dieta y el tiempo de actividad (diurno/nocturno, estival/invernal). Prácticamente siempre basta con tres ejes de nicho para separar a cada especie. Sin embargo, en este caso no se separan. La dieta es prácticamente idéntica, el hábitat aparentemente es el mismo y las tres especies son invernantes y diurnas. Desde luego que este asunto de la exclusión competitiva entre especies es complejo, tanto que quizá haríamos mejor debatiendo sobre otras cosas, en lugar de estancarnos aceptando que cada nicho sólo puede albergar una sola especie. De hecho, hay muchas demostraciones teóricas y muchos datos de todo lo contrario, de que, si el ecosistema es lo suficientemente grande, lo último que deberíamos esperar es exclusión competitiva entre las especies. Saludos, naturalista.
No estoy seguro de si ya lo he tratado en este blog tuyo. En una ocasión lo comentaba con un amigo herpetólogo y profesor de ecología. Nos hacía gracia ver los esfuerzos de algunos compañeros intentando explicar el reparto del nicho ecológico en nuestras charcas ibéricas entre, a lo sumo, cuatro o cinco especies de anifibios anuros. Sin embargo, los dos habíamos vuelto recientemente de un lugar de Bolivia donde se reproducían en un mismo lugar 25 especies de ranas y sapos. ¿Competencia?
Sí, la hay en determinados momentos, pero dependiendo de la limitación del recurso.
No hay mayor problema porque una pieza del puzzle del ecosistema esté ocupada, en un determinado momento, por varias especie a la vez.
En el clavo, sí señor. Sabemos desde hace décadas que lo que llamamos normalmente comunidad local no está saturada de especies. Si en la región hay 100, habrá pongamos 25 en una localidad, pero si en la región hay 1000 especies, habrá a lo mejor 75 en una localidad equivalente. Esta es la norma, y entonces, si podemos meter más y más especies en las comunidades locales, ¿qué van a estar limitadas por el número de nichos? La exclusión competitiva es importante, pero a una escala muchísimo menor de la que solemos llamar "comunidad local". Saludos naturalistas navideños.
Espero que el año que viene nos sigas dando que pensar en relación al mundo natural que nos rodea. Estoy de acuerdo con la teoría de la competitividad entre especies, pues el tiempo, la dieta y el hábitat suelen ser comunes para un mismo grupo de especies en un momento determinado.
Saludos y a pasar felices fiestas y un próspero 2011
calceolusycentaureas.blogspot.com
Gracias, JBU, aunque me ha costado un poco arrancar el blog este año 2011. Espero que tú también sigas adelante con más sorpresas del mundo natural.
Sobre la competencia entre especies, las diferencias, como dice Jesús Dorda, suelen ser sutiles. Pero de ahí a que sean imprescindibles para coexistir hay un largo trecho. En mi opinión, y en la de muchos otros, la competencia parece que hace más difícil la coexistencia, pero no la limita de forma absoluta.
Saludos e igualmente.
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