A la umbría de una encina, sobre la alfombra verde de musgo, hay una roca que abre la ventana hacia un pequeño universo aparte, un extraño laberinto subterráneo habitado por seres que son la amalgama de distintas especies viviendo unas dentro de otras, como muñecas rusas. Este termitero lo ha construido Reticulitermes lucifugus, una de las dos especies de termitas propias de la región mediterránea. Se han escrito libros enteros acerca de la sociedad de estos insectos evolucionados a partir de cucarachas comedoras de madera. A lo largo de decenas de millones de años, las termitas han desarrollado un particular "mundo feliz" cuyos engranajes, a semejanza del que imaginó Aldous Huxley, son movidos por el instinto ciego de diferentes castas: obreros y soldados, reina y rey.
Toda su ciudad en miniatura se sostiene gracias a las termitas obreras, que mascan la madera muerta de las raíces de encina, la digieren y pasan los nutrientes boca a boca a las demás castas, cuyas mandíbulas son demasiado débiles para raer el leño. Pero, como todos los animales, las obreras no pueden digerir la celulosa, principal componente de la madera. Tal labor corre a cargo de los microorganismos que llenan el tubo digestivo de estas "hormigas blancas", y el más importante de estos microbios parece ser el del dibujo: una gran célula que nada batiendo cientos de flagelos, que no puede respirar oxígeno (carece de mitocondrias) y que engulle sin cesar trocitos de madera. Este monstruo diminuto, Trichonympha, convierte la celulosa en nutrientes más simples que la termita ya puede asimilar. A su vez, Trichonympha no podría hacer esto sin la ayuda de un tipo especial de bacterias que viven dentro de él fermentando celulosa. En su exterior hay otras bacterias con forma de sacacorchos que se agitan sin cesar; son las espiroquetas, y quizás algunas sean responsables de que las termitas puedan fijar nitrógeno del aire, una habilidad tan crucial como rara en la naturaleza. Además, las termitas producen gas natural (metano) porque albergan a microorganismos metanógenos, al igual que hacen las ovejas y demás rumiantes. Realmente, las termitas no serían nada sin sus socios microbianos: sin ellos, mueren.
Asumimos normalmente que un individuo es fácil de distinguir, pero, ¿qué hay de una termita obrera? ¿Es un solo individuo? Más bien una multitud de individuos de distintas especies, que dependen entre sí de maneras tan complejas que da qué pensar... Porque el cuerpo de un animal sobrevive a base de coordinar las relaciones mutuas entre células hermanas, de la misma especie, pero las termitas han avanzado por un camino más difícil aún: sobrevivir concertando la actividad de células de distintas especies. ¿A dónde las conducirá este sendero evolutivo?
Toda su ciudad en miniatura se sostiene gracias a las termitas obreras, que mascan la madera muerta de las raíces de encina, la digieren y pasan los nutrientes boca a boca a las demás castas, cuyas mandíbulas son demasiado débiles para raer el leño. Pero, como todos los animales, las obreras no pueden digerir la celulosa, principal componente de la madera. Tal labor corre a cargo de los microorganismos que llenan el tubo digestivo de estas "hormigas blancas", y el más importante de estos microbios parece ser el del dibujo: una gran célula que nada batiendo cientos de flagelos, que no puede respirar oxígeno (carece de mitocondrias) y que engulle sin cesar trocitos de madera. Este monstruo diminuto, Trichonympha, convierte la celulosa en nutrientes más simples que la termita ya puede asimilar. A su vez, Trichonympha no podría hacer esto sin la ayuda de un tipo especial de bacterias que viven dentro de él fermentando celulosa. En su exterior hay otras bacterias con forma de sacacorchos que se agitan sin cesar; son las espiroquetas, y quizás algunas sean responsables de que las termitas puedan fijar nitrógeno del aire, una habilidad tan crucial como rara en la naturaleza. Además, las termitas producen gas natural (metano) porque albergan a microorganismos metanógenos, al igual que hacen las ovejas y demás rumiantes. Realmente, las termitas no serían nada sin sus socios microbianos: sin ellos, mueren.
Asumimos normalmente que un individuo es fácil de distinguir, pero, ¿qué hay de una termita obrera? ¿Es un solo individuo? Más bien una multitud de individuos de distintas especies, que dependen entre sí de maneras tan complejas que da qué pensar... Porque el cuerpo de un animal sobrevive a base de coordinar las relaciones mutuas entre células hermanas, de la misma especie, pero las termitas han avanzado por un camino más difícil aún: sobrevivir concertando la actividad de células de distintas especies. ¿A dónde las conducirá este sendero evolutivo?
6 comentarios:
dichosa evolución! ,además de la sociedad humana ..el tema me sugiere lo de la teoría endosimbióntica .Pero también me imagino una termita de esas del tamaño de una vaca ,con lo cual tal vez esa relación no pasase de una simbiosis.
Un saludo Naturalista, y como siempre me ha encantado la entrada,
Sugerente comparación de los organismos unos dentro de otros como las muñecas rusas, pero además ¿Que es una termita obrera? un individuo o una célula de un organismo mayor, el termitero, que tiene sus órganos reproductores, de respiración, circulatorio, transporte de alimento, ...
Bibiano, efectivamente la endosimbiosis tiene mucho que ver con esta clase de fusiones evolutivas. De hecho se avecinan varios posts de asuntos simbióticos que me parecen insólitos, quizá sólo porque en ecología se ha hecho mucho más énfasis en las relaciones de competencia y depredación que en los mutualismos, los cuales a menudo son muy importantes ecológicamente. Sobre el futuro de las termitas... ¡la imaginación es libre! Saludos, naturalista.
Jesús, en la diferenciación de castas yo también veo un paralelismo con la diferenciación de células, y más en este caso en que las obreras son claves para la supervivencia del termitero, como el estómago lo es para todo el organismo. Es curioso que la evolución tiende, por un lado, a disociar y repartir funciones en unidades operativas (individuos, órganos, células...) y, por otro, a coordinar funciones independientes, como en cualquier caso de coevolución o en el propio funcionamiento del organismo... Un saludos desde cerca del termitero.
Siempre resultan inquietantes las situaciones en que individualidad y colectividad se confunden...o, más bien, se funden. Más aún en estos casos de muñecas rusas socialbiológicas.
Saludos, Naturalista.
Es verdad, Fcº Javier, algo en nosotros se rebela frente a esa pérdida de individualidad. Pero claro, la selección natural es ciega y, si la especie funciona mejor cuando se organiza tipo "Mundo Feliz", eso acabará imponiéndose. Claro que, en el caso de las termitas, no hay ningún pensamiento propio que estorbe en ese proceso; en nuestro caso... ¿lo hay, a efectos prácticos? Un saludo.
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