18 enero 2010

Efecto almacenaje

¿Cómo pueden coexistir en nuestro pequeño ecosistema más de 190 especies de plantas, en apenas 25 hectáreas? ¿Acaso no sería de esperar que algunas especies, las más competitivas, acabasen extendiéndose a costa de eliminar a las demás? La realidad es más complicada que eso. Por ejemplo, las cambiantes condiciones meteorológicas favorecen ora a unas especies, ora a otras, y eso es obvio en este invierno, tras más de 200 litros de lluvia. Ese agua ha revelado la presencia de unas plantas que parecen impropias de nuestro seco monte manchego: entre el musgo, minúsculas y relucientes, han crecido hepáticas. Estas plantas, las más primitivas de todas las terrestres, las que medran en los ribazos umbríos y mojados de los arroyos de montaña, estas extrañas hojas laminares que extienden sus raicillas sobre el barro, crecen ahora en el mismo ecosistema que en verano ve sucumbir ante la sequía hasta a las plantas crasas. ¿Cuántos años habrán aguardado sus esporas hasta que, por fin, el tiempo les ha sido propicio? ¿Cuántos las habría pasado yo por alto de no ser por estas lluvias? En breve, las rosetas de Riccia, con sus hojas de apenas 3 mm de anchura, se secarán, pero en la tierra habrán dejado el invisible testigo de sus genes, encapsulados, preparados para soportar meses, años, hasta que por fin llegue la breve época favorable que permite a esta especie crecer y mostrarse al mundo por pocas semanas. Porque en la naturaleza no sólo está los que vemos normalmente, también hay especies fugitivas, como esta hepática, seres que viven al margen de las reglas de la mayoría, a la espera de su momento, "almacenadas" en el ecosistema en forma de esporas de resistencia, como un recuerdo dispuesto a ser revivido cuando se den las condiciones idóneas. El aumento de biodiversidad causado por estas especies es un caso de storage effect, "efecto almacenaje".

Más sobre Riccia en Guía de campo de los líquenes, musgos y hepáticas (Wirth et al., Omega).

8 comentarios:

Raúl M. Olmos dijo...

Curioso e interesante lo que nos cuentas naturalista!! Me llama la atención cuando en mi pueblo, donde los pinares arenosos están omnipresentes, la gente dice: "buah!! aquí no tenemos nada, sólo hay pinos!", ya evidentemente no es la selva amazónica pero hay mucho más de lo que pudiéramos llegar a imaginar y en ocasiones se ven cosas inesperadas, como la que tu nos muestras hoy, e imagino que mucho tendrá que decir ese efecto almacenaje del que nos has hablado...
Saludos

Jose Antonio San Millan Cobo dijo...

A mi tambien me parece un tema super interesate. Como hacen las plantas, en este caso las semillas, para aguantar durante años, decenas de años o incluso siglos en algunos casos, para sobrevivir y conservar su poder germinativo... Creo que es un tema realmente apasionante.

Un saludo

El Naturalista dijo...

Efectivamente, Ramuol, no es que estemos en ninguna selva, pero por ejemplo los pastos son enormemente biodiversos, más que algunas selvas ecuatoriales a la escala de las pequeñas hierbas. Me sigue pareciendo sorprendente... Saludos, Ramuol.

El Naturalista dijo...

Jose Antonio, además de interesante a mi me parece que no se conoce mucho acerca de cuánto pueden aguantar las semillas o esporas antes de crecer. ¿Siglos? ¿Décadas? (en condiciones naturales, claro). Saludos, naturalista.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Curiosos organismos que, en ocasiones, viven muchísimo más tiempo como esporas que como individuos desarrollados...dan que pensar:
¿Qué está mejor adaptado a ese medio, el huevo (espora) o la gallina (hepática)?

Saludos, Naturalista.

El Naturalista dijo...

Fcº Javier, esta nueva versión del huevo y la gallina nos revela que evolutivamente lo que cuenta es dejar descendientes, y tanto da que se pasen años sin crecer con tal de que queden ahí viables. Al progenitor lo mismo da entonces que se seque, o que lo cace un predador por ser demasiado vistoso para atraer a la hembra, o etc, etc. Y en este caso yo apuesto por la permanencia del huevo antes que por la la gallina, eso desde luego. ¡Saludos!

Jesús Dorda dijo...

Una vez más muestras la hermosura de lo pequeño. Además de las formas de resistencia no son desdeñables los microhábitats que nos pueden pasar desapercibidos como agujeros en troncos o grietas en piedras donde el agua se puede acumular y donde viven o esperan listos para desarrollarse y expandirse a la menor oportunidad favorable.

El Naturalista dijo...

Efectivamente, Jesús; creo que, al ser tan grandes en comparación con la mayoría de los seres vivos, tendemos a pasar por alto la complejidad del pequeño mundo donde se da la mayor parte del "teatro ecológico". Saludos, naturalista.