07 diciembre 2009

Mascotas subterráneas

La llegada del invierno es ya inminente, y la vida ultima sus preparativos para resistir la dura prueba de las heladas y del cierzo. Para ello cada especie sigue su propia estrategia, y la de las hormigas consiste en refugiarse en lo más profundo de sus hormigueros. Si levantamos una roca aún podemos sorprenderlas acarreando sus provisiones hacia los almacenes de invierno, y muchas veces junto a ellas veremos corretear despistada a alguna diminuta cochinilla de la humedad, pálida y endeble, paseándose entre las hormigas como si nada. ¿Por qué las hormigas, siempre tan belicosas, consienten la presencia de estos intrusos? ¿Por qué no se los comen? Y más extraño aún, ¿cómo es que un animal totalmente indefenso se atreve a caminar nada menos que entre un ejército de miles de hormigas, ante cuyas filas retroceden sin dudarlo hasta insectos de cuerpo durísimo y armados de aguijón, como las abejas solitarias y las hormigas de terciopelo?

Aunque no lo he podido confirmar, supongo que estas cochinillas están impregnadas del olor característico del hormiguero, de modo que las hormigas las toman por compañeras. Es un truco común en otros animales que viven relacionándose mucho con las hormigas (mirmecófilos). Camufladas de este modo, las cochinillas podrán mordisquear tranquilamente las sobras regurgitadas por sus anfitrionas, así que para las hormigas estos crustáceos vienen a ser como una mezcla de mascotas y de equipo de limpieza. Junto con la cochinilla Platyarthrus, en el ecosistema hay otros animales que habitualmente logran franquearse el paso a esos refugios bien abastecidos y bien protegidos que llamamos hormigueros: el tisanuro Proatelurina, las larvas de los escarabajos Clythra y Lachnaia, las ninfas de los chinches Camptopus y Alidus... Aunque especializarse en ser inquilino de hormigueros también tiene sus consecuencias a largo plazo. ¿De qué sirve el color en los oscuros pasadizos? ¿Y la vista? ¿Y una coraza o cualquier otra defensa cuando se vive entre guardianes? Millones de años viviendo a salvo en hormigueros han hecho de la cochinilla Platyarthrus un ser blanquecino, totalmente ciego, débil, indefenso y sin embargo capaz de sobrevivir donde no aguantarían ni un día vivos ni arañas, ni mantis, ni escorpiones, ni escolopendras. ¿Quién dijo que en la evolución triunfan los más fuertes?

Más sobre mirmecófilos en Viaje a las hormigas, de Hölldobler y Wilson (1994).

6 comentarios:

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Miedo me daría a mí ser una cochinilla inquilina de hormigueros. ¡Mira que si se les cruzan los cables a las hormigas...!

Una pregunta: si su argucia consiste en impregnarse del olor colectivo del hormiguero...¿Serían atacadas en otro hormiguero de la misma especie?

Y, ya de paso, otra/s: ¿Cómo consiguen impregnarse sin ser comidas antes? ¿O es que nacen con la capacidad de producir alguna sustancia bioquímica que engaña a las hormigas?

Gracias por la entrada...y por este hormigueo naturalista que nos despiertas.

Saludos.

El Naturalista dijo...

Miedo les debería dar, efectivamente, pero ahí las tenemos. Supongo que, si las propias hormigas de distintos hormigueros se atacan entre sí, a una cochinilla que se cambiase también la tomarían por enemiga. Habría que comprobarlo, ya digo que no he podido encontrar nada a ciencia cierta sobre su estrategia. Sólo imagino que, como en otros mirmecófilos, el mimetismo del olor debe de ser la clave. Podría ser que se impregnaran del olor de su hormiguero ya desde la fase de huevo, pero... ¿quién sabe? ¿Cómo evitarán el problema de quedarse ligadas al mismo hormiguero siempre, lo cual sería un pasaporte directo a la extinción? Pregunta tras pregunta... Saludos naturalistas.

Jesús Dorda dijo...

Realmente los casos de comensalismo y parasitismo en hormigueros son muy abundantes e interesantes. Creo que es muy complicado saber los mecanismos por los que se soportan. Precisamente cambiar de hormiguero a los "huespedes" podía ser una manera de estudiarlo, pero con hormigueros artificiales, para poderlo observar bien.

El Naturalista dijo...

Ya lo creo que es un mundo complicado este de las hormigas y sus diversas mascotas, huéspedes, okupas, enemigos... Y sí, lo suyo sería trasladar cochinillas de un hormiguero a otro y ver cómo les va en su nuevo hogar. Si alguien se anima a llevarlo a cabo, por favor nos cuente qué clase de eventos acontecen...

Raúl M. Olmos dijo...

Eso si que es meterse en la boca del lobo y además salir ileso, o eso parece! Aun así no me gustaría ser esa cochinilla...
Qué razón tienes con lo de que no siempre los más fuertes sobreviven, sería más conveniente decir que los más listos sobreviven, y esto sirve para todo aquello que no imaginemos.
Como siempre, otra lección más de vida natural la que nos has dado Naturalista.

Saludos

El Naturalista dijo...

Supongo que con los más listos te refieres a los más hábiles en el juego de la supervivencia, entonces estoy de acuerdo. Igual habría que decir simplemente que sobreviven los más aptos, pero hay que tener en cuenta que el ser más o menos apto depende de cosas muy distintas según el modo de vida. La fuerza, incluso la inteligencia, no son una garantía de que los genes pasarán a la siguiente generación, que es lo único que cuenta en la evolución. Incluso un cerebro bien desarrollado puede ser un estorbo si requiere demasiada energía y el medio ambiente es a la vez muy pobre en recursos y muy fácil de entender. Saludos, Ramuol.